viernes, 26 de febrero de 2010

Qué dura es la vida del estudiante

Ayer finalicé la tediosa tarea que el buen universitario realiza dos o tres veces al año y sin embargo, siempre que acontece, parece como si hubiese llegado el apocalipsis y siempre que termina, se celebra con bacanales porque el termendo esfuerzo lo merece... ¿Lo merece? Como buena psicóloga en proceso, a veces me dedico a recoger muestras conductuales de otros estudiantes en su ambiente acostumbrado:

"La regla de los 10 minutos"

Inicio de la observación: Entran dos muchachas de apariencia "agradable" a la sala de estudio, donde yo estoy llevando a cabo el tradicional pero efectivo método de aprendizaje acelerado. De repente, alzo la vista para ver como las zagalas, contoneando sus caderas y haciendo notar sus zapatos de tacón buscan un lugar para acomodarse y comenzar su ardua tarea. Después de hacer el suficiente ruido, desplegar todos sus apuntes por la mesa y dejar todos sus abalorios y efectos personales, llega el comentario de los 10 minutos: "Tia, estoy harta de estudiar" y acto seguido, siguiendo el mismo proceso, y empleando la misma cantidad de ruido, contonean sus caderas (one more time) hacia la salida para tomarse un respiro por su dedicado esfuerzo a la materia...

Claro, después de eso, los que estamos alrededor no podemos dejar de curiosear los apuntes de las susodichas. Probabilísticamente, los resultados muestran que un 82% de las veces, el título de los apuntes contiene la palabra "derecho": derecho penal, historia del derecho español, derecho urbanístico y social, etc...

Entonces, como buena investigadora, me planeto la primera hipótesis: ¿Cuál será el grado de malestar (en una escala de 0 a 10) producido por una rápida lectura de ese temario? Malo, malísimo, grado de malestar de 10 sobre 10 con efectos colaterales de nauseas y mareos tras una exposición de 1 minuto. ¿Será pues, este tipo de conducta observada en los sujetos de derecho, un mecanismo de defensa aprendido para seguir cuerdos?

Trascurrido un periodo"x" donde "x" es 3 veces el tiempo que las muchachas han gastado en estar en la sala de estudio (es decir, como una media hora después) vuelven a por sus apuntes, recogen todo, y se marchan como gacelas heridas perseguidas por un terrible depredador... (ESTELAAAA!!!!!)

Después de terminar de describir la situación, pienso: Irene, demasiada verborrea psicológica, esto no le interesa ni a tu perro. Pero después de 5 años erre que erre con la carrera, es difícil que las cosas vuelvan a ser como antes.

ANTES:

- ¡¡¡¡Niña!!!! limpia la cocina que está muy sucia!
- Pero mamá, la limpie ayer, que exagerá que eres, coñe

DESPUÉS:

- ¡¡¡¡Niña!!!! limpia la cocina que está muy sucia!
- Mamá, si me encargo yo de hacer la limpieza de la cocina, tienes que dejar de preocuparte por ella, aprende a delegar responsabilidad, no seas tan obsesiva.

Claro, mi madre, algo confundida al principio, procesa lo que trato de decirle y golpea lo primero que pilla, porque según ella le estoy diciendo que está trastornada, le estoy diciendo cómo no debería comportarse y encima, como mi voz es pausada y calmada, se enciende más porque no le sigo el tradicional juego madre-hija de "a ver quien levanta más la voz hoy" por lo cual consigo que se cabree con más intensidad si ha tenido un mal día.

Qué dura es la vida del estudiante...